El legado de Elena

El trabajo doctoral de Elena Garcés Echavarría es indispensable para entender qué es el feminismo.

Ha querido el destino que me encuentre con un libro que, sin haberlo acabado de leer aún, me parece ya un indispensable para quienes estén interesado/as en entender qué es esto del feminismo sin verse abocado/as a elegir entre la gran cantidad de literatura e investigaciones existentes. ‘Las mujeres colombianas. Su lucha por romper el silencio’, de Elena Garcés Echavarría, es el trabajo de grado doctoral de esta caleña cuyo nombre no es tan mencionado como debería serlo entre las y los estudiosos de la historia por la equidad de género en nuestro país. Ahora, a sus 80 años, Elena ha traducido al español este trabajo originalmente escrito en inglés, que, para fortuna de las que estamos ávidas de entender estos temas, aunque para infortunio del balance de la lucha feminista, sigue vigente.

Elena podría haber sido una más de tantas mujeres que nacieron en familias adineradas, que se sometieron al rol de subordinación a su marido y al de la reproducción, para el que fueron formadas desde que nacieron, a cambio de una vida cómoda, con tantos hijos como ayudantes y recursos. Institutriz a bordo, como correspondía a ese sistema de las grandes familias tradicionales de hacendados, Elena aprendió que “la obediencia es el mayor valor de una mujer y que las mujeres son las culpables de que los hombres pequen”. A pesar de eso, tuvo el valor para responder así al que ella llama su adorable pero misógino padre: “Es maravilloso ser mujer, no hombre”, cada vez que él le decía “qué alegría no haber nacido mujer”. Su autoconciencia de género la llevó a arreglárselas para combinar el rol para el que la educaron: esposa, mamá, con el rol para el cual seguramente nació: feminista. “Una vez a la semana, de 8 a 10 mujeres nos reuníamos para analizar los textos que queríamos entender y aplicar a nuestra vida diaria. Por ejemplo, comenzamos a investigar las cuestiones de la mujer leyendo ‘El segundo sexo’, de Simone de Beauvoir… Con el tiempo decidimos aplicar lo que habíamos aprendido, fundando una revista que trataba cuestiones existenciales, temas políticos… se llamaba ‘La cábala’ ”. Esa misma autoconciencia fue quizá la que la condujo a contrarrestar con estudio la desgracia del destierro a causa de la violencia. Se graduó entonces de antropóloga, socióloga y doctora en estudios de la mujer, no sin antes haber sacado su título de bachiller, pues aunque había estudiado literatura inglesa en Inglaterra y había aprendido francés, italiano, costura, cocina, mecanografía y tenis, al momento de casarse sus padres le dijeron que siendo mujer no necesitaba estudiar.

La combinación de todos esos saberes está disciplinadamente recogida en su libro, que además tiene un gran atractivo en las historias de vida. Elena entrevistó a mujeres colombianas de distinta condición social, económica y cultural, y su conclusión fue que “muchas personas en Colombia creen que la no igualdad de género ha sido abolida por el consenso y la ley; pero yo no creo que el problema haya sido corregido”. Puedo imaginar a muchos diciendo que la conclusión de Elena es errada, por ejemplo a quienes demandaron la ley de cuotas de género o a quienes suelen autoconsiderarse muy feministas porque la mayoría de sus empleadas son mujeres, pero es necesario leer el libro para entender por qué Elena sí tiene razón. Sus páginas van mezclando lo más destacado de las teorías feministas con las anécdotas de esas mujeres a las que Elena puso a reflexionar sobre su vida en un mundo hecho por hombres. Con Elena tendré el honor de hablar en la Filbo este viernes, a las 5 p. m., cuando presentará la edición en español de ‘Las mujeres colombianas. Su lucha para romper el silencio’, que por cierto tiene una extensión que vale la pena ver en colombianas.org. Están muy invitado/as.

CLAUDIA ISABEL PALACIOS GIRALDO

Anterior¿Y los masculinicidios?
SiguienteAnécdota espiritual