‘Gastar millones para ahorrar billones’

Tener una planta de fabricación de vacunas no solo ayudaría a proteger mejor la vida de la población

Cambio Radical acaba de presentar un proyecto de ley para reformar el sistema de salud, que incluye un capítulo sobre seguridad sanitaria que, en palabras del ministro de Salud, “recoge todos los aprendizajes de la pandemia… todo lo que el país debe trabajar para enfrentar la próxima pandemia que tengamos en Colombia…”. Este proyecto se suma a uno que incluye ese mismo enfoque, el del senador Iván Darío Agudelo, que específicamente habla de lograr que el país tenga “los bienes esenciales para proveer vacunas, medicamentos y equipos médicos”. En otras palabras, ambos proyectos apuntan a que la próxima vez no tengamos que hacer fila para acceder a vacunas, ni esperar a ver si los países ricos dejan un poquito para nosotros.

¿Qué tan viable es lograr esa seguridad sanitaria? Hay que empezar por aterrizar las expectativas y los costos, pues mientras desde el sector farmacéutico nacional, donde hay al menos 4 empresas que podrían estar interesadas en adecuar sus actuales plantas de fabricación de inyectables para hacer vacunas, calculan que dicha adaptación costaría unos US$ 20 millones, desde el Gobierno hablan de entre US$ 10 y US$ 15 millones, según los equipos por usar y la vacuna por desarrollar; y en el proyecto del senador Agudelo, que va mucho más allá de la producción de vacunas, se habla de inversiones por US$ 1.000 millones en poco menos de 5 años, más US$ 5 millones anuales en funcionamiento. Cifras astronómicas para tiempos de crisis económica, que aun así deben tener cabida en la discusión del próximo presupuesto y de la reforma fiscal que se avecina.

En cuanto a las expectativas, en lo que se refiere específicamente a las vacunas, esto debe discutirse con visión de largo plazo, pues cualquiera de las leyes que se apruebe no tendrá efecto en el impacto actual de la pandemia en Colombia. Aun sin un solo contratiempo, antes de 12 meses no podría empezar a funcionar la planta que se adecue, y eso solo para la fase de envasado y etiquetado. Es decir, el antígeno tendría que seguir siendo importado de otros países.

Ahora bien, ya que sabemos que el covid se volverá endémico, y que, por tanto, tendremos que vacunarnos periódicamente contra ese virus, la necesidad de tener una planta nacional cobra relevancia en el largo plazo. Además, sería una oportunidad para que Colombia retome la producción y exportación de vacunas, que abandonó cuando la ingeniería genética sepultó las llamadas vacunas artesanales, que eran las que nuestro país sabía hacer. Si Colombia logra desarrollar una planta de fabricación de vacunas y formar el recurso humano para operarla, podría aprovechar todo el mercado latinoamericano, pues actualmente Brasil es el único país de la región que produce vacunas para humanos, con capacidad casi exclusivamente para su mercado interno.

Algunas personas pensarán que ‘el palo no está pa’ cucharas’ y que, por tanto, lo de invertir en ciencia puede esperar. A estas hay que hacerles ver que tener una o varias plantas de fabricación de vacunas no solo nos ayudaría a proteger mejor la vida de la población, sino a tener alternativas al mero cierre de la economía para enfrentar una próxima pandemia. Como sabemos, hasta el momento la del covid nos ha costado el 3,5 % del PIB, unos 37 billones de pesos, según explicó a finales del año pasado en este diario el ministro de Hacienda.

Además, como lo advierte Bill Gates, no sabemos cuándo llegará esa siguiente pandemia, pero lo que está claro es que la del virus de Wuhan no será la última; por eso hay que apurar las discusiones para pasar a la acción, y ante el escollo presupuestal recordar de nuevo las palabras del magnate y filántropo: “El mundo necesita gastar miles de millones para ahorrar billones”.

Claudia Isabel Palacios Giraldo

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