Urgen privilegios

Alternativas diferentes a la prisión para las mujeres que no representan peligro para la sociedad.

El informe conjunto de la Universidad Javeriana, el CICR y el Cide sobre la política carcelaria para mujeres en Colombia concluye que el número de ellas privadas de la libertad aumentó un 429 % en los últimos 27 años. Una cifra especialmente enorme, si se tiene en cuenta que en el mismo periodo, el número de hombres en la cárcel aumentó 300 %; es decir, las mujeres están entrando al mundo de la delincuencia a mayor ritmo que los hombres. No obstante, encuentra el estudio, en 85 % de los casos de mujeres en las cárceles, estas no usaron armas para cometer el delito, o sea, no generaron violencia per se.

Entonces, ¿hay que ser más benévolos con los delitos que cometen las mujeres? La investigadora principal, Liliana Sánchez, concluye que hay que buscar alternativas diferentes a la prisión para las mujeres que no representan un peligro para la sociedad y que tienen hijos a cargo, pues el hecho de que una mujer vaya a la cárcel implica el rompimiento del núcleo familiar, con enorme impacto en la formación de sus hijos, quienes por dicho abandono tienden a terminar involucrados en grupos delincuenciales y a acabar también en una cárcel.

¿De qué le sirve esto a la sociedad?, ¿se podría evitar si sus madres no estuvieran en la cárcel? El 54 % de las mujeres encarceladas en Colombia vivían con hijos menores de 18 años en el momento de cometer el delito y el 53,4 % dice que lo cometió para conseguir recursos para el sustento de sus hijos. Al ir estas a prisión, sus hijos no solo se quedaron sin la compañía materna, sino sin ingresos básicos.

Johanna Bahamón, directora de Acción Interna, tras 6 años de trabajar con población carcelaria, cree que los jueces deberían considerar que la mayoría de las mujeres que están en la cárcel son parte de grupos vulnerables y que la inequidad de Colombia se ve dramáticamente reflejada en las mujeres. De esta manera, podrían pensar en condenas que, antes que alejarlas de sus hijos, les permitan trabajar en resolver las causas que las llevaron a delinquir. Y es que casi la mitad de las mujeres presas lo están por fabricación, tráfico o porte de estupefacientes.

El Ministerio de Justicia dice que ya trabaja en la implementación de una política carcelaria diferencial para las mujeres que, por ejemplo, permita que sus hijos las visiten sin tener que entrar a un ambiente carcelario, sometidos a ver rejas y guardianes. Agrega que ya están implementando un programa de capacitación de guardianes para que tengan un trato diferencial tanto con las mujeres como con la población LGBTI. Además, está en curso un proyecto de ley para establecer condenas, incluso sin cárcel, para las mujeres que delincan y no sean reincidentes, o sean víctimas de maltrato, entre otras condiciones.

El estudio mencionado antes indica que en Inglaterra, donde ya hay una política carcelaria diferencial para mujeres, mientras que una interna le cuesta al Estado 56.415 libras esterlinas al año, las que pagan sus penas en centros comunitarios, en los que a la vez hacen servicio social y se capacitan para no reincidir en el delito y educarse, cuesta 2.800 libras al año. Suena, entonces, muy razonable buscar alternativas para evitar el encarcelamiento de mujeres.

Algunos se preguntarán por qué no para los hombres. Y la respuesta es que también ellos deberían ser beneficiarios de las opciones para las mujeres cuando tengan a cargo el cuidado de sus hijos. El asunto es que, según el informe del que trata esta columna, solo el 4 % de los hombres encarcelados están en esa situación. Otra evidencia de una realidad que es una tragedia social: muchos hombres son solo donantes de esperma, de manera que los temas de familia aún siguen siendo un asunto de mujeres.

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